Los edificios corporativos de oficinas tienen unos requerimientos específicos y exigentes de confort. Esto; entre otras razones; hace que habitualmente tengan unos consumos energéticos y económicos muy altos.
Las consideraciones de consumo energético son importantes, pues repercuten sobre la propia cuenta de explotación de la entidad usuaria del edificio. De aquí la importancia en la optimización de los costes de explotación y de mantenimiento.
En el diseño de estos edificios se debe tratar de incorporar medidas que tiendan a reducir en lo posible la carga frigorífica necesaria para acondicionarlos. En un segundo escalón, hay que plantear soluciones que permitan “aplanar” la curva de consumos del edificio, pues ello permitirá instalar equipos frigoríficos de menor potencia y que trabajen mayor número de horas a plena carga, con un mejor rendimiento.
El primer conjunto de medidas tendería a reducir la carga frigorífica necesaria para acondicionar los edificios. La carga frigorífica de un edificio de oficinas viene forzada por estos tres conceptos principales:
- Las cargas internas o aportaciones internas de calor, debidas a la iluminación artificial, maquinaria de oficina y las propias personas que ocupan el edificio.
- La necesidad de renovación de aire en el edificio, para garantizar la correcta calidad de aire interior, que hace necesario acondicionar este aire que se introduce.
- Las acciones externas sobre el edificio, fundamentalmente la radiación solar sobre fachadas (vidrios y paredes) y la transmisión de calor por los diferentes cerramientos.
Sobre estos tres grupos podemos plantear acciones concretas tendentes a reducir la carga que provocan:
También se pueden incorporar sondas de luminosidad en el interior, de modo que se apaguen las luces cuando la luz natural proporciona un nivel suficiente.
Respecto a la renovación de aire, se pueden plantear sistemas de recuperación de calor entre el aire viciado que se lanza al exterior y el aire de renovación que se introduce en el edificio.
En espacios con una ocupación máxima elevada pero intermitente y variable (en aulas,comedores o salones de actos), es conveniente incorporar sondas de análisis de calidad de aire, que reducirían la aportación máxima de aire exterior cuando ésta no sea necesaria.
Además de los conceptos expuestos,se pueden considerar otros criterios tendentes a aprovechar al máximo las posibilidades de enfriamiento del edificio utilizando directamente el aire exterior.
Los edificios de oficinas más eficientes energéticamente aportan una mayor rentabilidad, valor en el mercado inmobiliario, confort a sus ocupantes, y mejorar su reputación social y medioambiental.